El piano del anciano
El señor Álvarez, a sus 87 años, encontró un viejo piano en el ático. Su perra Luna, siempre a su lado, observaba curiosa. Con dedos temblorosos, comenzó a tocar, notas torpes se transformaron en melodías suaves. Luna, acostada junto al piano, escuchaba embelesada. Cada tecla presionada era un recuerdo, una historia, una vida vivida. La música se convirtió en su nueva pasión, su conexión con el mundo, su diálogo con Luna. Y así, en el atardecer de su vida, el señor Álvarez descubría una nueva alegría, una nueva aventura, con cada nota que fluía como un río sereno bajo sus dedos.
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